"Nada podemos esperar sino de nosotros mismos" | SURda |
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05-05-2017 |
Entrevista con la periodista María Urruzola, autora del libro Eleuterio Fernández Huidobro. Sin remordimientos.
EN PERSPECTIVA
Miércoles 03.05.2017, hora 7.48EMILIANO COTELO (EC) —En Uruguay, los libros sobre historia reciente suelen generar mucho interés. Pero hacía tiempo que uno de estos textos no provocaba tantas repercusiones como Eleuterio Fernández Huidobro. Sin remordimientos.
La polémica se concentró sobre todo en el capítulo que detalla cómo, en los años 90, el Movimiento de Liberación Nacional (MLN) habría organizado asaltos a bancos y otras instituciones para financiar actividades del Movimiento de Participación Popular (MPP).
Pero el trabajo es mucho más que eso. Incluye documentos, testimonios e interpretaciones que ahondan de una manera cruda en la vida del exministro de Defensa y en la historia del movimiento tupamaro.
Después de dos semanas de polémica, incluso en varias de las Mesas de En Perspectiva, habiendo escuchado argumentos de uno y otro lado, vamos a conversar su autora, la periodista y escritora María Urruzola.
MARÍA URRUZOLA (MU) —Me disculpo, porque yo había quedado en estar en estudios, pero se me enredó la agenda… Mis disculpas a ti y a la audiencia.
EC —La agenda se te ha enredado bastante en estos últimos días, parece…
MU —Sí, demasiado para una persona sola. Como no me financian ni el Departamento de Estado ni no sé quién, y no tengo secretaria y trabajo y hago las cosas comunes de una persona común, sí, se me enredó bastante.
EC —Terminás contestando algunas afirmaciones que se han cruzado en las últimas jornadas. En las últimas páginas que el libro tú contás no fue una idea tuya, sino un encargo de la Editorial Planeta. Eso ha llevado a dirigentes del MPP, como Ernesto Agazzi, a sostener que esto es “una operación política” para perjudicar a José Mujica, al propio MPP y al Frente Amplio, con vistas a las próximas elecciones.
Este ha sido uno de los comentarios:
(Audio Ernesto Agazzi)
No es de Urruzola el libro. El libro es de la editorial Planeta, que es una transnacional de las comunicaciones que tiene en el mundo canales de televisión, radios, diarios y editoriales. Tiene muchas editoriales. Algunas famosas. Planeta contrató a una persona para escribir el libro. El libro se imprimió en los talleres de El País. Y El País fue el que trajo a Amodio Pérez. Le pagó el hotel y los patovicas. Esto es una jugada política.
(Fin audio)
EC —¿Cómo fue el planteo de la editorial cuando te propusieron el libro?
MU —¡Ay, por Dios! Agazzi suscribe la teoría de que entre un punto y otro hay nada más que seis personas de contacto. En realidad todo es siempre mucho más banal de lo que las teorías conspirativas pretenden hacerlo. La editorial publicó en el año 2015 mi primera novela, El silencio, en el año 2016 reeditó El huevo de la serpiente, y luego me llamó y me propuso dos proyectos. Uno no me gustaba, porque era un tema que no manejo, y el segundo era hacer una semblanza de Eleuterio Fernández Huidobro. Que tampoco me atraía demasiado –lo digo al final del libro–, porque sabía, seguramente por vieja, que era meterme con una época y con una zona oscura, que fue lo que finalmente resultó. Pero el bichito del periodismo siempre termina picando, pedí unos días para pensarlo y finalmente acepté porque me parecía que era algo que tenía que ver con mi trayectoria de periodista de investigación. Preguntarle a una periodista de investigación por qué investiga es como preguntarle a un piloto por qué vuela, yo qué sé… Las teorías conspirativas están de moda.
EC —Cuando te propusieron el libro, según tú misma explicás, la primera respuesta fue negativa. Además no conocías prácticamente nada sobre Eleuterio Fernández Huidobro. ¿Cómo es eso?
MU —No, me parece que yo conocía lo mismo que en términos generales conocían la inmensa mayoría de los uruguayos, que era la actividad de los últimos años de Huidobro como ministro y poco más. Ni en mi memoria ni en mi archivo tenía muchas cosas sobre él, y tampoco tenía muy clara su trayectoria política. El libro tiene una cronología de la vida política de Huidobro que hice para ordenar su trayectoria, que yo particularmente no tenía clara. Como habrás visto, son 50 años de actividad política que tuvieron que ver con prácticamente todo lo que pasó en este país en esos 50 años. Creo que la inmensa mayoría de la gente común y corriente tampoco tiene muy claro cómo fueron la vida y el itinerario político de Huidobro.
EC —¿Cuándo te propusieron el libro? ¿Cuándo empezaste a trabajarlo?
MU —Una semana o algo así después de que falleció.
EC —En el mes de agosto. Y teniendo en cuenta la dificultad de la tarea que venía por delante, por esto mismo que estás describiendo, ¿no era un riesgo grande este proyecto?
MU —No, uno hace lo que puede… No sé qué contestarte.
EC —El libro se escribió… ¿en cuánto? En ocho meses, nada más.
MU —Sí, en siete meses. Se investigó y se escribió en siete meses. Es mi oficio, llevo 30 años de investigación y cuando trabajaba en un semanario los plazos de investigación de los temas eran mucho más cortos. Tener siete meses de investigación a full es un privilegio. Además me jubilé hace dos años, justamente para dedicarme a escribir. O sea que soy una jubilada que se dedica a escribir. Ese es mi estado civil.
EC —Está dicho en la página 12 de libro: “No espere el lector la explicación de una trayectoria de más de 50 años, que empezó intentando una revolución y terminó calificando de éxito la derrota de aquel intento”. Ya hay ácido en esa frase, ¿no? ¿Qué termina siendo, entonces, el libro, si no es una explicación de la trayectoria?
MU —Es un intento de enlazar o hilar o vincular los diferentes Huidobro que uno fue viendo a lo largo de la vida. Creo que la pregunta de cuántos Huidobro había y cómo era posible que un tupamaro que intentó hacer la revolución en los años 60 terminase siendo el ministro de Defensa, que además protegía a los militares acusados de los violaciones de los derechos humanos, era una pregunta pública y se la hacían por lo menos todos nuestros colegas que se dedican a la política. Incluso un periodista como Samuel Blixen lo había escrito en Brecha, “¿Cuántos Ñatos?”, en el momento de la muerte de Huidobro.
EC —Tú no citás a Samuel Blixen por casualidad, supongo. Blixen integró el MLN en una parte de su vida.
MU —Pero no lo cito sobre todo por eso, sino porque él analizó en varios momentos la figura de Huidobro, dejó planteadas preguntas sobre cómo era posible el cambio que se había operado en la postura política de este hombre. Yo termino respondiendo en el libro que Huidobro no cambió. Espero que no haya tanta dificultad lectora como para no darse cuenta de que yo finalmente respondo esa pregunta diciendo que hubo una línea de pensamiento en la vida de Huidobro. Que seguramente él la fue mejorando, perfeccionando, profundizando, pero que básicamente tuvo una línea coherente de pensamiento sobre el papel de los militares. Primero en una revolución, después en garantizar determinados temas de soberanía nacional y finalmente cuando se paró como escudo diciendo que en este país el golpe de Estado había sido civil y no militar, que los militares habían sido los perejiles que habían hecho los mandados. Cosa que inicialmente fue así, tenía razón, pero después esos propios militares tomaron otro rol que no sé por qué dejó en el olvido. Yo encontré una línea.
EC —Tú decís que no cambió, que fue coherente. Pero el propio libro remarca modificaciones que hubo en su discurso. Por ejemplo, en lo que fue escribiendo a propósito de las Fuerzas Armadas después de la dictadura, que primero se perfilaba hacia la solución de la eliminación de las Fuerzas Armadas y eventualmente la creación de una guardia nacional, y luego al revés, se opone a esta posibilidad, entre otras cosas porque, sostiene, vio que se la impulsaba desde Estados Unidos, y se convierte en un defensor de esa institución.
MU —Sí. Era un hombre muy inteligente. Además, para quien se asombra de muchas de las cosas que tiene el libro, Huidobro fue un hombre que escribió mucho y habló mucho, y por lo tanto bastaba tomarse el trabajo de poner orden en todos esos papeles, sus propias exposiciones en el Parlamento, para ir encontrando los argumentos de su postura política. Desde el primer documento del MLN aparece el tema de las fuerzas armadas o de los ejércitos –como se decía en aquel momento– como un problema a resolver para hacer la revolución. Eso lo tenían planteado todas las fuerzas de izquierda. Es decir, qué hacer con el ejército. Además no estaba a favor de las guardias nacionales, al revés, estaba en contra tajantemente después de la salida de la dictadura. Lo que fue variando es que fue dejando ese tema, porque finalmente ahora tenemos una guardia nacional, que es la Guardia Republicana, que tiene competencia nacional y que tiene equipamiento de guerra. Esa pelea que él dio en los años 90 contra el gobierno blanco, para que no hubiera una guardia nacional, no la dio contra su colega Bonomi en los últimos años, finalmente se terminó imponiendo la visión de Bonomi. Hasta tal punto era importante el tema que el propio comandante en jefe del Ejército, el día del entierro de Huidobro, se refirió a eso en el homenaje que le hizo cuando le agradeció haber entendido que era necesario luchar contra las guardias nacionales.
Pero más allá de ese detalle de la guardia nacional, Huidobro siempre, desde el inicio de su trayectoria política, estuvo preocupado y ocupado en los temas militares, tal vez como pocos políticos en el Uruguay. Y lo pensó como lo pensaba la mayoría de la izquierda, que había que ganar a una parte del ejército. Después creo que de esa generalidad del ejército como definición genérica terminó negociando, conversando y haciéndose amigo de militares en concreto que además la mayoría estaban denunciados por violación a los derechos humanos. Ese es el cambio más importante, pero después, desde el punto de vista de su pensamiento, yo no encontré grandes cambios.
EC —Buena parte del libro se detiene en la relación estrecha y singular que Fernández Huidobro fue tejiendo a lo largo de su vida con los temas militares y con algunos oficiales de las Fuerzas Armadas. Y buena parte de esas referencias aluden a “pactos” más o menos secretos: desde “la tregua” MLN-Fuerzas Armadas del año 1972, gestada en el Batallón Florida, pasando por información sobre el MLN que Fernández Huidobro habría entregado en los interrogatorios a los que fue sometido, y llegando al freno o a los obstáculos que desde el Ministerio de Defensa habría puesto en varios episodios en que la justicia y/u organizaciones de derechos humanos reclamaban acceso a información o colaboración del Poder Ejecutivo. Hago este repaso porque en definitiva termina pintándose un personaje oscuro, muy lejos de lo que podríamos llamar el pedestal… Hay algo de eso, ese termina siendo el tono.
MU —Sí, sí.
EC —Y el retrato que aparece de él en la portada del libro es muy sugestivo.
MU —A mí me parece más un estilo Van Gogh que una cara llena de gusanos, como les parece a algunos. Es un problema de estética y de perfección del arte. Pero sí, eso del pacto es una pregunta que también estaba planteada en la vida política uruguaya desde hace mucho tiempo: si había un pacto, qué tendría ese pacto. Sobre esa teoría del pacto han escrito varios colegas míos.
Me parece que la persona que mejor definió este libro fue Darwin Desbocatti, que dijo que estaba entre los género todos lo sabíamos ya y es un bolazo. Porque muchos periodistas han dicho, incluso politólogos, que ya sabían que había habido asaltos del MLN en democracia, y los políticos contestan que es todo un bolazo. Lo cierto es que entre fines de los 80 y fines de los 90 en el Uruguay debe haber habido… no sé, no hice el conteo, porque implicaría un trabajo de archivo para el que no tengo tiempo, pero Canal 10, cuando hizo su programa Víctimas y victimarios, hizo un conteo de los últimos seis, siete años, y hay más de 100 asaltos a bancos, transportes de caudales, en aquella época cobradores, que nunca se resolvieron. Son muchos asaltos, mucho dinero y con un modus operandi muy limpio.
EC —Limpio… ¿en qué sentido?
MU —Que roban, asaltan, desaparecen, se llevan una cantidad de plata y no pasa nada, no hay heridos. En términos generales la mayoría de los asaltos siempre fueron rápidos y limpios. La propia policía estaba bastante sorprendida sobre eso, la capacidad operativa de esas bandas.
EC —Hasta el del local del BPS en Parque Posadas del año 1998. Ese ya fue otra historia.
MU —Exacto.
***
EC —Desde el primer día en que se habló de este libro, el capítulo que levantó más resistencias, el que dio pie a más polémica fue el 8, en el que se retoma un tema que ya había aparecido, por ejemplo en el libro del politólogo Adolfo Garcé Donde hubo fuego o en el libro sobre Jorge Zabalza Cero a la izquierda. O sea, que el MLN organizó, ya en democracia, en los años 90, asaltos a bancos y otras instituciones para financiar al MPP. ¿Qué importancia le adjudicabas previamente a esta parte de la investigación?
MU —Yo no sabía. Uno cuando investiga tiene hipótesis y va tras ellas sin saber muy bien lo que va a encontrar. Ya que tú recordás que en varios libros anteriores se había mencionado el tema, tal vez la diferencia es que yo busqué protagonistas directos. Como esos asaltos habían existido –vi el programa que hizo Nano Folle en Víctimas y victimarios sobre uno de los asaltos y la cantidad de asaltos sin resolver que tiene la policía, y además algunas fuentes policiales me dijeron que ellos siempre habían tenido la sospecha de que eran bandas del MLN–, me puse a buscar protagonistas, cosa que, como en Uruguay y en el mundo la distancia máxima son seis grados, no es muy difícil encontrar.
EC —Esa observación es buena y hay que subrayarla: el tema había aparecido, pero no con el detalle, no con los pormenores incluso de recopilación de información pública que ahora tiene el capítulo 8 de tu libro. Pero quizás el punto en que todavía hay un salto más adelante es que incorporás un testimonio de alguien que, según explicás, participó en aquellas acciones, de las cuales entregó al MLN –dice– unos 20 millones de dólares, y que además señala expresamente a José Mujica como quien le propuso esa actividad concreta de los asaltos. Pero esta persona no figura con nombre y apellido, está con un seudónimo, Beto, lo que ha sido visto como una debilidad de la investigación. ¿Por qué aparece así?
MU —Porque esa es la condición que piden siempre las fuentes para dar determinada información en la cual estuvieron involucradas. Es el derecho a no autoinculparse. Se pone en cuestión eso de las fuentes anónimas, pero todas las investigaciones sobre corrupción son con fuentes anónimas, porque la gente no se juega el pellejo en causas por amor a la patria. Es de una gran inocencia eso de que el problema es que la fuente sea anónima. Yo reproduje el testimonio de uno de los participantes…
EC —Ese es el tema, además es una sola fuente la que figura, la que aporta todos estos elementos “nuevos”.
MU —No, no es una sola fuente, es un testimonio. Yo tuve tres fuentes directas, hablé con tres personas que participaron en asaltos. Me pareció que este testimonio era el más relevante. Hablé con tres personas que participaron en asaltos y contacté a otras dos que también participaron asaltos, que sé cómo, pero que no quisieron hablar conmigo. O sea que tengo de alguna manera la confirmación por cinco vías diferentes.
EC —Eso no me había quedado claro.
MU —Se ve que lo escribí mal, o que hay demasiada información en el libro. Digamos que yo hablé con tres personas que formaron parte de las bandas que asaltaron y conozco a otras dos más que no quisieron hablar conmigo. Eso con respecto al tema. Pero además, no nos engañemos –porque me parece que hay muchas frases genéricas en la vuelta–: siempre que se trabaja sobre temas de corrupción, temas complejos, las fuentes pasan la información con la condición de que uno mantenga el anonimato. Es la base del trabajo del periodismo de investigación.
EC —De todos modos podría decirse que esta persona, Beto, queda relativamente identificada, o es relativamente sencillo llegar a él, porque, queda dicho en el libro que integraba un grupo de ocho, que fue detenido en el año 1998 y que hubo penas de hasta 20 años. Esta persona es una de ocho que puede rastrearse en un expediente judicial.
MU —¡Por supuesto! Y hay más expedientes, que además están todos abiertos. Cuando ahora el fiscal de Corte dice que van a reabrir, no sé qué van a reabrir, porque en los casos de asalto las personas que fueron detenidas todas pagaron con muchísimos años de cárcel. Esos expedientes no están cerrados, la mayoría están en ejecución de pena. El único expediente que está cerrado es el del avión de Air Class y la muerte de los dos pilotos. Para el presente de los uruguayos me parecería mucho más importante que se reabriera ese caso, que tiene que ver con las condiciones de seguridad con las que viajamos cuando nos tomamos un avión, que esto de reabrir casos viejos de bandas, que en realidad hay muchas. Denuncias de robos entre los años 80 y 90 la policía debe de haber tenido más de 200 que nunca aclaró. O sea que no sé qué es lo que van a reabrir.
EC —Mencionaste el caso del avión de Air Class. Ese es otro capítulo del libro, ya sobre el final, en el que tú terminás señalando que Eleuterio Fernández Huidobro desde el Ministerio de Defensa obstaculizó las investigaciones que la justicia pedía en un expediente que manejaba la jueza Mariana Motta. Fernández Huidobro no accedió a que se llevaran a cabo nuevas búsquedas en buques de la Armada con la participación del buzo que en aquel momento había logrado avances en esa materia. Tú señalás que entorpeció esa investigación, que la bloqueó, como defendiendo a los propietarios de la compañía, que eran militares o exmilitares, y a los funcionarios de la Dinacia. Pero además sugerís que ese hecho habría sido el motivo por el cual después terminan trasladando a la jueza Mariana Motta, y no su actitud en temas de violaciones a los derechos humanos.
MU —Desde el punto de vista de la cronología de los hechos, Mariana Motta intima al Ministerio de Defensa a cumplir una orden de reanudar la búsqueda de los restos del avión y una semana después la sacan del juzgado. Desde el punto de vista de la cronología tengo derecho a sospechar que la gota que desbordó el vaso tuvo que ver con ese caso y no con el resto de los casos de derechos humanos. Sobre todo porque la jueza que la sustituyó siguió con varios de los casos de derechos humanos, siguió adelante con las investigaciones, y no así con el caso del avión de Air Class, al que archivó, pese a que el fiscal pidió el procesamiento de los dueños de la empresa por una figura que en Uruguay nunca se aplicó, que es algo así como peligro aviatorio, no recuerdo el nombre. La jueza dijo que no tenía elementos suficientes sobre cómo se había producido el accidente, que era lo que sostenía Mariana Motta y por eso intimó al ministerio a seguir buscando los restos, que estaban ahí.
EC —Estás hablado de pactos que habrían ido bastante más allá de Eleuterio Fernández Huidobro y el MLN con las Fuerzas Armadas. Estás sugiriendo que ese tipo de acuerdos de protección habrían llegado incluso al Poder Judicial.
MU —Habrían llegado al Poder Judicial es una frase, no sé bien qué querés decir.
EC —A la jueza Mariana Motta no la traslada al ámbito de la justicia civil el Ministerio de Defensa, es una resolución de la Suprema Corte.
MU —Claro, obvio. Ya se sabe cómo funcionan las presiones políticas en el Uruguay. El que no lo sabe no sé en qué país vive, pero las presiones políticas funcionan de esa manera. Hay una cronología que habla por sí misma. Y de los casos que tenía Marina Motta en el juzgado penal, el único que se archivó claramente fue el del avión de Air Class, no se siguió la investigación. Y los dueños de la empresa son todos militares aviadores. Esos son los hechos, yo hago mis hipótesis, yo creo que sí la presionaron. Es probable que Mariana Motta viniese juntando un vaso que se venía llenando de demasiadas cosas, porque los motivos que la Suprema Corte de Justicia dio para cambiarla fueron “razones de mejor servicio”. Eso no quiere decir nada. Mucha gente interpretó que la sacaban por las casusas de derechos humanos, pero la inmensa mayoría no sabíamos que además tenía esta causa.
EC —La información que va apareciendo en el libro, que tú recogés y publicás, alude permanentemente a esto de eventuales pactos. ¿Esos pactos también habrían “beneficiado” al MLN en la época de aquellos asaltos que habría llevado adelante para obtener dinero de manera alternativa para el MPP? ¿Habría habido un intercambio de protección que habría permitido que en aquel momento no estallara, no se pusiera el énfasis en que esas eran acciones, según lo que tú decís, del MLN?
MU —Mi hipótesis es que sí. Porque incluso uno de los testimonios, Beto –no solo, pero Beto es el que aparece en el libro–, dice que lo llamaban al Ñato, le preguntaban “¿este es orgánico?”, y el Ñato decía “sí” o, “no”. Yo creo que sí, que los pactos incluyeron una especie de diálogo primero, de colaboración, de ayuda mutua. Después, en qué momento Huidobro se desprendió de la orgánica y terminó siendo él, haciendo él la política y tomando él individualmente las decisiones no lo puedo saber, pero tengo la impresión, como tiene todo el país, de que siempre estuvo apoyado por Mujica. Él no parece haber tomado ninguna decisión en la que no estuviera apoyado, porque fue Mujica el que fue a visitar al general Dalmao cuando lo procesaron, inmediatamente lo fue a visitar a Coraceros o al lugar donde lo llevaron, y después lo fue a visitar al hospital. Aparentemente todo el tiempo hubo un acuerdo entre Huidobro y Mujica en cómo llevar adelante las cosas. Yo tengo la hipótesis de que el pacto secreto sobre el que tanto nos hemos preguntado fue incluyendo en diferentes épocas diferentes aspectos de colaboración y buen diálogo entre una parte y la otra.
EC —El libro habla de otras cosas también, de otro tipo de vínculos, pone el foco en episodios que fueron públicos pero no muy conocidos. Por ejemplo, en el año 2009, mientras avanzaba la candidatura de José Mujica a la presidencia, hubo sitios de internet en los que militares de la dictadura “pasaron mensajes o advertencias” a tupamaros y al MPP. Por ejemplo, divulgando actas de las Fuerzas Armadas de interrogatorios al propio Eleuterio Fernández Huidobro de junio de 1977 y a Mauricio Rosencof de fines de 1972 y principios de 1973. ¿Qué importancia les das a aquellos hechos del 2009?
MU —Creo que eran advertencias de que tenían muchas cosas y que las podían ir filtrando a la opinión pública. Hay que tener claro que para saber lo que tienen los archivos militares hay que haber sido militar y hay que haber estado ahí. Solamente pueden filtrar archivos de lo que pasó en esos años quienes estuvieron ahí. Por eso sigue habiendo un debate en el Uruguay acerca del acceso a los archivos, que está absolutamente restringido.
EC —Pero ¿qué buscaban esos mensajes, esas advertencias?
MU —Protección, una especie de intercambio de figuritas: no sigan adelante con las causas de derechos humanos, porque nosotros, si no, vamos a empezar a seguir volanteando archivos. Esa es mi hipótesis, advertencia, ojo hasta dónde van. Lo cierto es que las cuentas de impunidad, como se dice, por ahora benefician a los militares, son pocas las causas que se resolvieron, la inmensa mayoría de las causas de derechos humanos no se resolvieron. Si tenemos que hacer un balance, ellos van ganando.
Emiliano, te voy a tener que dejar, porque es la hora pactada porque me van a llamar de otro medio.
EC —Habíamos quedado en 8.30…
MU —No, 8.25.
EC —Me gustaría plantearte un par de preguntas más.
MU —No, una.
EC —En estos capítulos que llevan por título “La colaboración” 1 y 2, aparece otro de los debates que generó el libro: ¿por qué optaste por publicar de manera íntegra esas actas de interrogatorios realizados en cuarteles militares a algunos nombres del MLN, por ejemplo Eleuterio Fernández Huidobro o Mauricio Rosencof? ¿No alcanzaba con mencionar que habían circulado? ¿Tiene sentido dar a conocer información que habrían aportado personas que se encontraban arrestadas y seguramente torturadas?
MU —¿Y por qué no, si estaban circulando, todos los periodistas políticos los conocían, los militantes de los derechos humanos los conocían? ¿Por qué no hacer pública al gran público una cosa que circulaba en ciertos ambientes? La pregunta es por qué no. Son documentos militares, filtrados por los militares; que la gente los lea y que cada uno saque sus conclusiones. Me parece que hay un gran menosprecio en eso de que la gente no podría sacar sus propias conclusiones. Todos los periodistas políticos que han opinado los conocían.
EC —Uno de los argumentos en contra es que de esta forma se está contribuyendo al enchastre, a la destrucción, al menoscabo de determinadas personas, sin tener certeza siquiera de la veracidad de esas declaraciones que aparecen en esos documentos militares.
MU —Yo no publico los documentos en función de su veracidad, los publico en función de su existencia. Esos documentos existen, son documentos militares, son interrogatorios, son de los años 72 y 77, tienen los sellos militares. Que la gente los lea y saque sus conclusiones. Punto, no me toca a mí decir lo que la gente puede conocer o no. Estamos pidiendo que se abran los archivos de los militares en los que debe de haber de esos muchísimos más y sobre muchísimos grupos políticos. Es un derecho de la ciudadanía acceder a los archivos.
EC —El jueves pasado Fernando Butazzoni aquí, en La Mesa, se refirió al libro y se mostró muy molesto por las referencias que incluye sobre él, justo en el capítulo de los asaltos. A partir de una nota que escribió para Clarín en junio de 1997 se lo termina mencionando varias veces y él entiende que hasta reina una confusión sobre si tuvo algo que ver con aquellos asaltos. Él puntualiza, para empezar, que nunca perteneció al MPP, como dice el libro, ni al MLN. ¿Qué respondés tú sobre este punto?*
MU —Disculpame, yo no respondo nada. Los problemas personales de las personas con lo que dice mi libro que los resuelvan ellas personalmente. Yo no respondo nada, no tengo nada que responder, no es el tema del libro. No tengo nada que responder.
EC —Pero, entre otras cosas, el planteo de Butazzoni le resta credibilidad al libro por la forma como es presentado con datos que serían equivocados.
MU —Cada cual sabrá la credibilidad que le da a Butazzoni, al libro, a mí. Es un problema individual, yo insto a la gente a que lo lea. Anda circulando en PDF, que lean el libro, que lo lean en PDF, pero que lo lean, que se hagan su propia composición de lugar y saquen sus conclusiones.
EC —¿Tú decís que Fernando Butazzoni perteneció al MPP?
MU —No, no lo digo. Hay un tema de comprensión lectora.
EC —Está dicho en el libro…
MU —No, no lo digo. Leelo de nuevo, leelo bien, yo no digo que él perteneció al MPP.
Pero tengo que cortar porque me están llamando de otro medio…
EC —Este punto es importante, me parece importante aclararlo porque Butazzoni también dice que ustedes dos se encontraron en el mes de enero, a comienzos de año, que tú le mencionaste que estabas escribiendo el libro y no lo consultaste sobre esto que después termina apareciendo.
MU —No me obligues a cortar, porque sería un gesto de poca simpatía hacia ti y hacia la audiencia. Pero yo sobre ese tema no voy a hablar, y además tengo que cortar porque me van a llamar de otro medio. Te agradezco la entrevista, sobre ese tema no voy a hablar, que la gente lea el libro y saque sus conclusiones. Y muchas gracias por haberme llamado.
EC —Te pregunto en 30 segundos nada más: la otra crítica: ¿por qué no hay entrevistas a dirigentes del MPP, por qué no hay consultas a dirigentes del MPP? Eso lo ha cuestionado Agazzi, por ejemplo.
MU —Está bien, perfecto, que cuestionen lo que quieran, tienen todo el derecho. Yo no tengo por qué explicar mi trabajo. Yo hablo por mi libro, que lean el libro y que cada uno saque sus conclusiones. Gracias por la llamada…
EC —Desde el punto de vista del trabajo periodístico parece claro que este tipo de entrevistas debió haber existido.
MU —Oíme, esta metodología de obligar a la gente a seguir respondiendo cuando te dice que no puede no me parece correcta. Te pido que terminemos la entrevista porque me van a llamar de otro medio que merece tanto respeto como el tuyo.
EC —Está bien, pero yo tengo aquí todos los registros del intercambio [N. de R: WhatsApp] que mantuvimos ayer contigo y donde tú permitías que llegáramos hasta las 8.33.
MU —No, 8.23.
EC —Yo no estoy incumpliendo ese compromiso. No lo estoy incumpliendo.
MU —Todas mis disculpas, se me enredó la agenda, me superó la realidad…
EC —Ese es otro tema. Yo estoy en el horario que habíamos hablado ayer.
MU —No, es el mismo tema, puse dos entrevistas a la misma hora en dos lugares diferentes por confusión mía. La culpa la tengo yo, no se la adjudico a nadie. Pero en este momento tengo que cortar. Disculpame.
EC —Yo me estaba manejando en el margen horario que habíamos hablado. Ahora sí, si no hay más remedio, cerramos.
MU —Un abrazo. Chau.
***
*Aclaración
En el audio de esta nota, en el minuto 33:41, en una de las preguntas a la entrevistada, Emiliano Cotelo alude al desmentido de Fernando Butazzoni efectuado en su intervención del 27 de abril en La Mesa de los Jueves y dice: “…y él puntualiza para empezar que nunca perteneció al MPP, como se dice, ni al MLN, etcétera…”. Eso es parcialmente incorrecto. Ese jueves, Butazzoni puntualizó que, a diferencia de lo que el libro sugiere, él no pertenece ni perteneció nunca al MPP, pero no desmintió haber pertenecido al MLN.
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